Se dice – y es lo cierto – que la gente siempre vota con la esperanza de que su voto servirá para acceder a una vida mejor, nadie vota para estar peor, siempre se lo hace con la ilusión de estar mejor.

Hecha esta aclaración, hay que decir también que esta esperanza de la gente es a menudo traicionada, aquellos que conquistaron su voto con la promesa de una vida mejor para ellos, terminan después llevándolos al peor de los mundos. Lo ocurrido con el menemismo –para citar solo un ejemplo- es la mejor prueba de ello.

“Si les decía lo que pensaba hacer, no me votaba nadie”, afirmó con absoluto cinismo el inolvidable –no por las cosas buenas que hizo- Carlos Saúl.

O sea: el menemismo fue una gigantesca trampa que se le tendió a los sectores populares para que avalaran un proyecto que terminó expulsando a millones de argentinos de la vida productiva, que produjo niveles altísimos de desocupación, de marginación, de dolor, de desesperanza.

Esa gigantesca trampa que fue el menemismo está a punto de reeditarse. Hoy el menemismo se llama macrismo, esto debe ser dicho sin pelos en la lengua. Los bailecitos en el escenario, los globitos, las expresiones de buena voluntad, la descripción del mundo feliz que nos espera, es sólo lo que se ve en la superficie; lo que se está gestando por abajo no tiene nada que ver con eso y presagia negros nubarrones para la vida de los trabajadores y de los sectores medios.

Hace unos pocos días, un observador italiano de la vida política argentina decía con asombro: “yo creí que los argentinos estaban un poco más cancheros para algunas cosas, ¿no aprendieron nada de lo que les tocó vivir en el año 2001? ¿cómo es que hay un sector de la población que no se da cuenta de eso?

No se trata aquí de ofender a quienes se inclinaron por la opción macrista, se trata simplemente de analizar, de pensar lo que significa una cosa y la otra. Macri tiene una historia que es imposible disimular, todos sus actos, todas sus declaraciones, todos los hechos que produjo en su vida, hablan de alguien comprometido con los poderosos. Lo que está enfrente, con todos los errores que se le puedan achacar, representa una opción cuyo compromiso con los sectores populares, con la industria nacional, con el sostenimiento del mercado interno, con la justicia social, es innegable.

Decimos por lo tanto, que sin dejar de admitir que se pueden haber cometido errores –como acabamos de afirmar-, lo hecho en estos doce años por Néstor y Cristina significa un enorme paso adelante, un camino que debemos defender y profundizar con toda la fuerza de la que seamos capaces.

Este menemismo con cara maquillada que ahora se llama macrismo, sólo presagia sufrimiento y retraso para los sectores trabajadores y clase media, por eso, con serenidad, razonando, reflexionando mucho, cuando estemos frente a las urnas, evitemos votar por los que después serán nuestros verdugos.-

 

Carlos Masento

Concejal MAP-Nuevo Encuentro

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