Así lo aseguran desde la provincia. La tendencia a adoptar chicos mayores de ocho años viene en aumento

El ordenamiento del registro único de aspirantes, las convocatorias públicas, pero sobre todo la disposición de las personas que desean recibir a niños más grandes y adolescentes posibilitó que nuevamente este año Santa Fe supere las cien adopciones, el doble de las que se concretaban cuatro años atrás. La mayoría de los niños que encuentran nuevas familias tienen más de ocho años.

«Hay un verdadero cambio de paradigma en materia de adopción», sintetiza el secretario de Gestión Pública, Matías Figueroa Escauriza. El funcionario provincial tiene bajo su responsabilidad el funcionamiento del Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (Ruaga), donde se anotan las personas que quieren formar una familia por adopción.

La transformación a la que se refiere Figueroa Escauriza se apoya en dos patas: la puesta en marcha de un registro único, donde todas las personas que ingresan como futuros adoptantes son rápidamente evaluadas, y al mismo tiempo la aceptación de los «niños reales» que se encuentran sin cuidados parentales y en condiciones de ser adoptados.

«Los niños que se encuentran en el sistema de adopción están entre la segunda infancia y la adolescencia. La mayoría de las personas que se inscribían en el registro hace unos años buscaban bebés o niños pequeños y podían esperar muchos años. Actualmente, se encuentran hogares para niños más grandes o para grupos de hermanos entre personas que se anotaron hace apenas meses», explica.

Eso hizo posible que en 2017 se concretaran en la provincia 102 adopciones, de las cuales 55 fueron de niños mayores de ocho años. La cifra multiplicó por dos los registros de 2016, cuando se concretaron 49 adopciones.

El año pasado, 117 niños encontraron una familia y en 2019 se proyecta superar otra vez ese número: de acuerdo al registro en el primer trimestre ya se habían puesto en marcha unos 40 procesos de vinculación, el período en el cual adultos y niños empiezan a conocerse, antes de convivir.

El camino

El proceso de adopción comienza cuando la Subsecretaría de Derechos de Niñez, Adolescencia y Familia considera que un niño tiene sus derechos vulnerados y debe ser separado de su núcleo familiar, entonces se notifica al Poder Judicial para que los jueces de menores verifiquen el cumplimiento de los procesos de revinculación con su familia ampliada.

Según indica la ley, si pasado un plazo de seis meses, los niños no pueden regresar con su familia de origen se declara su estado de adoptabilidad. Entonces, los magistrados piden al Ruaga las carpetas de las personas inscriptas para adoptar.

«Siempre hubo adolescentes en el sistema de adopciones, pero antes no había familias. En Santa Fe la sociedad empezó a entender que la adopción no es sinónimo de bebé, que no existe edad para la adopción», subraya Figueroa Escauriza.

Hace cuatro años, en el Ruaga estaban anotadas 1.750 personas, de las cuales pocas habían sido evaluadas y tenían su apto como aspirante. Actualmente, los inscriptos son 900 y todos fueron evaluados. «Y hay un dato importante, a nivel nacional solo el un por ciento de los inscriptos acepta a niños de más de ocho años, mientras en la provincia son el 27 por ciento de los inscriptos».

Lo que falta

Hace cuatro años, Claudia Calvete y Diego Tomasini adoptaron tres hermanitos de ocho, 10 y 12 años. Para la docente, convertida en referente del Grupo de Padres Adoptivos y en Espera de Rosario, «los chicos necesitan una familia, más allá de que sean bebés o adolescentes» y nada está escrito sobre los vínculos que se crean con unos y otros.

En ese sentido advierte sobre la necesidad de avanzar en «todo lo que limita la posibilidad de que una familia abra las puertas para recibir a un niño, porque eso va en desmedro de los derechos de los niños».

Este año el grupo se sumó a una campaña nacional para que las licencias por adopción se equiparen a las de maternidad y alcancen también a la adopción de niños mayores de ocho años.

También reclaman que los juicios por adopción salgan «de oficio», es decir sin tener que abonar costes y honorarios y que se extienda la cobertura de Iapos a todos los niños en condición de adoptabilidad.

«Si bien hemos avanzado, todavía hay muchos niños en instituciones en condiciones de ser adoptados. Y nuestro objetivo es que esos niños no pasen un día más en esa institución», advierte.

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