Sólo agoniza y muere aquello que es olvidado, lo que no se guarda ni conserva en la memoria o en la fibra más íntima del corazón.
Necesitamos NO OLVIDAR lo que nos pasó, pero no como un camino para llenar el alma de odio o tristeza, sino para no realizar el mismo malogrado recorrido una y otra vez.
Cuando repasamos el 18 de julio de 1994, no sólo vienen a nuestra memoria unas de las imágenes más doloridas y desoladas en la historia de nuestro país, sino que hablamos de 85 sueños que fueron violentados y truncados, sin permiso alguno, en el mismo momento en que cayeron bombas, cemento y ladrillos.
No exigimos nada más que la JUSTICIA.
Al igual que todos los años, finalizó con la colocación de 85 claveles en los árboles que recuerdan a las víctimas.