En estos días la selva amazónica, hogar de tres millones de especies naturales y animales que proporciona el 20% del oxígeno del planeta, está ardiendo en tiempo récord. Desde el jueves de la semana pasada se han detectado 9.500 incendios forestales, según informó el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales brasileño (INPE). Este organismo ha registrado en 2019 un aumento de los fuegos del 85% con respecto al año pasado.
Para el ministro brasileño de Medio Ambiente, Ricardo Salles -quien considera el calentamiento global como algo «secundario»-, «el tiempo seco, el viento y el calor hicieron que los incendios aumentasen mucho en el país». Así lo dijo en Twitter. Sin embargo, tanto las ONG como académicos y científicos coinciden en que, dadas las dimensiones del fuego, la mano del hombre está detrás.
Porque aunque los incendios son frecuentes en Brasil durante la estación seca, también se inician deliberadamente con el fin de deforestar ilegalmente las tierras para la cría de ganado. Así ha ocurrido recientemente, cuando el diario local de Novo Progreso (estado de Pará) convocó la semana pasada un Dia do Fogo (día de fuego), en el que decenas de agricultores incendiaron sus propiedades para mostrar su apoyo al presidente Bolsonaro, según las investigaciones que se están llevando a cabo. «La acción coordinada hizo que el número de puntos calientes aumentara en un 300%», explica Rômulo Batista, de la campaña Amazônia de Greenpeace.
De acuerdo con el INPE, los datos sobre incendios en todo Brasil hasta este mes son los más altos en siete años. «La controversia actual se debe al extraordinario crecimiento de la deforestación en julio de 2019. Aunque es demasiado pronto para saber si se trata de una tendencia, la variación es tan grande que explica la consternación», en palabras de Carlos Góes, investigador jefe del think tank paulista Instituto Mercado Popular.
«Esto no es una venganza de la naturaleza, es algo muy muy humano», sostiene Nurit Bensusan, del Instituto Medioambiental, una organización sin ánimo de lucro que promueve la conservación y los derechos indígenas, cuyas poblaciones alcanzan aquí el millón de personas.
Según Greenpeace Brasil, en la Amazonía los incendios son una de las herramientas para el desmatamiento. De 2000 a 2017, se perdió un área similar a la de Alemania, es decir cerca de 400.000 kilómetros cuadrados, según la Universidad de Oklahoma.