Muchos de nosotros lo votamos con desgano, casi con la certeza que sería uno mas, que pasaría sin pena ni gloria. Nos equivocamos, nos equivocamos feo, pero puedo jurarlo: nunca nos sentimos tan felices de haberla “pifiado” en forma tan evidente.
Ese flaco, algo desgarbado, que venía del sur, nos tapó la boca a todos, “no dejaré mis convicciones en la puerta de la Casa Rosada”, dijo el día que asumió y eso fue exactamente lo que hizo: no renegó jamás de sus convicciones.
Se dice -y es la verdad- que los seres humanos podemos estar frente a situaciones extraordinariamente difíciles; podemos pasar por circunstancias muy complicadas; enfrentarnos a hechos que nos ponen duramente a prueba y, sin embargo, tener la capacidad de afrontar y superar estas contingencias. Pero hay algo sin lo cual no podemos vivir: si no tenemos un poco de esperanza, la vida se nos vuelve intolerable.
Y eso fue lo que hizo Néstor Kirchner con muchos de nosotros: nos devolvió la esperanza. ¿ Cómo no estarle eternamente agradecidos?.
Después del aluvión menemista, que traicionó cada uno de los postulados del Justicialismo, que tergiversó todas aquellas cosas que eran la razón de ser de esa doctrina que ayudó a forjar un país mas igualitario, mas inclusivo, mas honesto, en definitiva, mas humano, pareció que las posibilidades de torcer la historia, de volver a la auténtica senda ideológica, estaban agotadas, que había que buscar otros caminos.
Pero bueno, este flaco corajudo, también en esto, nos dió una lección: la peleó desde adentro, logró dar vuelta la historia e inauguró un periodo que ya lleva 11 años, un proyecto que continua Cristina en forma vigorosa, creativa, inteligente, con estatura de estadista.
El momento actual, no está exento de acechanzas, los cambios implementados por nuestro gobierno nacional y popular son resistidos por un poder económico que ya no puede imponer descaradamente su voluntad, como siempre lo hizo. Que además cuenta, este poder económico –salvo honrosas excepciones- con la complicidad de una oposición política sin ideales ni grandeza, que solo repite dócilmente lo que le dictan los grandes medios de comunicación.
“Vive la vida de tal suerte, que vivo quedes después de la muerte”, expresa una conocida máxima. Hoy que se cumplen 4 años de la desaparición física de Néstor, estas palabras tienen una absoluta vigencia, lo que el expresaba se encarnó profundamente en el pueblo y esas banderas fueron tomadas –nada menos- por miles y miles de jóvenes que las llevarán a la victoria.
Y una cosa mas: desde el lugar en donde esté, el “flaco” debe estar esbozando una gigantesca sonrisa, Dilma ganó en Brasil y el sueño de la Patria Grande marcha hacia su imparable concreción. Que así sea.
Carlos Masento
Concejal Map-Nuevo Encuentro.