¿Aceptó como un hecho irremediable el Gobernador Lifschitz la posibilidad de que la legislatura no sancione la ley de necesidad de la reforma constitucional?. Nadie lo sabe. Para algunos, la fina lectura del lenguaje gestual, sumado al perceptivo estudio entre líneas del mensaje a la Asamblea Legislativa de este martes 1º de Mayo podría indicar esa posibilidad. Para otros, de ninguna manera.
Decíamos en nuestro último escrito que en los intrigantes pasillos de la Cámara de Diputados (Cuerpo de origen del mensaje de necesidad de la reforma constitucional) nadie le otorgaba chances de vida al proyecto. Después de la Asamblea Legislativa del martes, esa apreciación pareció cobrar más fuerza. Pero son tan solo supuestos, la mayoría interesados.
¿Qué dicen los algoritmos?: para lograr los dos tercios necesarios para sancionar la Ley, se necesitan 9 votos «extra FPCyS». El peronismo fraccionado tiene 11 votos. Los también subdivididos «Cambiemos» reúnen 9 (más el radical Alejandro Boscarol que aún no se unió formalmente al interbloque).
Si el oficialismo llegase a convencer a 9 de los 11 peronistas, ó los 9 diputados de Cambiemos, la necesidad de la reforma constitucional vería la luz. La pregunta sería ¿para cuándo?. Como decíamos, el mensaje una vez ingresado será girado a tres comisiones (en Labor Parlamentaria hace 15 días la oposición había pedido que se envíe a 6 comisiones, un detalle no menor de las intencionalidades políticas). Entonces, ¿caerá en el recinto antes de que finalice junio, a más tardar, para su tratamiento?. Hete aquí el meandro de la cuestión. Después de junio, ya sería letra muerta.
Los peronistas, confiados en que no habrá reforma constitucional – ¿cuándo es el momento?, se preguntó el Gobernador – ya desistieron de convocar al congreso partidario para que defina posiciones. Se extasían con la posibilidad de una mega interna entre Omar Perotti y María Eugenia Bielsa, quien reapareció en público la semana pasada liderando un encuentro de referentes en Rosario.
Lo cierto es que después de la Asamblea Legislativa de este emblemático 1º de Mayo, quedó sobrevolando en el etéreo ambiente político la sensación de que Miguel Lifschitz va camino a convertirse en «Pato Rengo» (figura impuesta por los norteamericanos para quien debe dejar el cargo, aplicada mayormente a los Presidentes). No sería para nada escandaloso en una Provincia donde desde siempre los gobernadores no tienen reelección.
¿Habrán analizado esa alternativa los legisladores y funcionarios radicales reunidos en torno de un locro el mismo 1º de Mayo?. En todos casos, ¿será Antonio Bonfatti el elegido para la sucesión?. ¿O preferirían apoyar a José Corral como exponente radical?.
En el supuesto de que el Ing. Miguel Lifschitz no obtenga la reelección, ¿cuál sería su futuro político?. Aplicando la semiología política a sus discursos del 23 de febrero en Rosario y el de este martes, en su calcado inicio se podría advertir que la prosa es más bien de una persona que intenta proyectarse a nivel nacional, que la de quien desea permanecer en la Provincia compartiendo poderes; sobremanera cuando en ambas ocasiones el Gobernador remata con la firme convicción de que la transformación nacional llegará desde el interior, más concretamente desde Santa Fe. ¿Aspira a ser candidato a Presidente o compartir una fórmula en tal sentido?. Discursivamente parecería que apunta hacia ello cuando
se ubica en la «ancha avenida del medio» (entre los extremos ideológicos) al pontificar que hay que ponerle «límites morales al mercado».
Aseguró en su discurso del 1º de Mayo: «Yo creo en una economía de mercado que sea no sólo un espacio de competencia sino también de cooperación. Y en una fiscalidad redistributiva, porque si hay algo que el mercado no garantiza, es justamente redistribución de la riqueza.
Es un error grave pensar que la disminución de impuestos a los ricos o a los poderosos, volverá en inversiones y trabajo para los sectores populares. Nunca pasó eso en ninguna parte. Lo que siempre ocurre es que aumenta la desigualdad. Tampoco es el camino la flexibilización laboral pensada solamente del lado de la reducción de costos para las empresas y con limitación de derechos para los trabajadores».
Será cuestión de esperar. Por ahora las urgencias ciudadanas no son políticas; los angustia la inseguridad y las tarifas; mas allá de que al Presidente Macri le haya confesado a un interlocutor en Las Parejas la semana pasada: «no hay caso, pese al aumento de las tarifas, la gente no ahorra energía».
Toda una definición cultural de los tiempos que se vienen.
Por: Darío H. Schueri – Desde Santa Fe